lunes, 12 de julio de 2010

El lenguaje de los ojos

A pesar de los silencios, de guardar mudez, por inercia y condición, el ser humano siempre habla; sin darse cuenta sus movimientos, su postura, y sobre todo los ojos, lo dicen todo. Son esas ventanas que no controlamos, que nos gobiernan a la hora de develar secretos, convirtiéndose en una radiografía viva de lo que somos y sentimos. Cómo diría Benjamín Esposito, uno de los protagonistas de la película El secreto de sus ojos, “a veces mejor que se callen”. Este film argentino, dirigido por Juan José Campanella, el mismo realizador de El padre de la novia, obtuvo el Óscar este año como mejor película extranjera. Benjamín Espósito se jubila y decide escribir una novela sobre hechos ocurridos en 1974, cuando ocurre el asesinato y la violación de una joven mientras él trabajaba en un despacho judicial en la Ciudad de Buenos Aires. El caso estaba inconcluso, impune y había dejado suspendidos en el tiempo, no sólo al viudo de esta mujer, sino también a varios de sus personajes, quienes luchaban por la justicia de la causa y la de sus propias vidas, verdades irrefutables de las que era imposible escapar. 

Lo más interesante de El secreto de sus ojos es la manera en que se narra, en un viaje de dos tiempos; los sucesos del ahora contrarrestados con los de 1974, los sentimientos y la frustración durante los 25 años que acontecen y cómo es que el lenguaje de los ojos es lo que los lleva con el paradero del asesino, además de ser la única verdad sobre los sentimientos entre Espósito e Irene, su ex jefe en la oficina de abogados. 

Al final son esos recuerdos aplazados, plagados de nubosidad, los que dirigirán el curso de esta historia, para que sus protagonistas puedan ir borrando las huellas inconclusas del pasado y con firmeza, ir dando los pasos del futuro. Nadie puede esconderse para siempre de sí mismo, porque como diría Pablo Sandoval, colega amigo cercano de Espósito, a través de una frase clave con la que se descubriría al homicida: “las personas pueden cambiar de todo, menos de pasión”.   

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