domingo, 12 de diciembre de 2010

TÓ MA TE la luz; lámparas que se iluminan con tomates



¿Hemos pensado alguna vez en darle un uso diferente, al de lo comestible, a alimentos como la papa y el tomate? Es decir, no sólo a verlos como parte integral de nuestras comidas, sino en vislumbrar siquiera una opción de uso diferente para ellos; ¿ser utilizados para generar energía y luz? Aunque suene algo absurdo y traído de los cabellos, es posible, y fue la estudiante israelí, Sigal Shapiro, quien creó la primera lámpara tomatera, un fascinante invento que se ha convertido en todo un boom ecológico del momento.  

Para el correcto funcionamiento, de tan excepcional invención, basta con una docena de tomates; frutos que sirven de batería a una lámpara de pequeñas dimensiones, la cual es recubierta de oro, para alcanzar así, una óptima conducción de la energía. Para lograr recolectar esa energía de los tomates fue primero necesario introducirles dos metales (zinc y cobre), lo cual generaría una reacción química favorecida por los ácidos del fruto, y es gracias a esa acidez del tomate, que la lámpara se iluminaría.

Lo más destacado de este experimento es que no se trata de alta tecnología sino de pruebas realizadas por niños de secundaria en un laboratorio de física del colegio, las cuales consisten en convertir una fruta en batería, explica Ezri Tarazi, jefe del programa d-Vision (con sede en Israel), que promueve becas y estudios en diseño industrial. Tarazi también precisó que podrían servir limones o patatas para dar luz al invento.


Su impacto en el área ambiental se debe a su beneficio por usar un décimo de la energía normal y tener mayor vida. Con este proyecto queda demostrado que con tan sólo dos kilos de tomates se logra generar la energía suficiente para la iluminación de una lámpara.

En definitiva, es este un objeto revolucionario en cuánto al diseño ecológico y a su funcionalidad, convirtiéndose en todo un acontecimiento para el desarrollo educativo en el resto del mundo, al demostrar que desde la enseñanza en las aulas se pueden generar estudiantes capaces de convertirse en inventores de grandes experimentos.

El tomate, en este caso, deja en evidencia que lo que normalmente creemos como la funcionalidad de un objeto puede ser transformado en algo más; el no sólo servir como alimento, sino también para funcionar como batería de una lámpara. ¿Cuántos elementos en la naturaleza y en el mundo podrían utilizarse de inimaginables maneras? Esperaremos a nuevos descubrimientos, pero si lo pensaras bien, tal vez tú pudieras alcanzar alguno que cambie la actual concepción de las cosas.   


Escrito para la revista 'Bioma'.

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