martes, 14 de septiembre de 2010

Volver al ‘Origen’


Preparado o no, con ‘El Origen’, el espectador se ve obligado a sumergirse en lo complejo, elaborado y original de la trama de este film, a la vez que hermosas y caóticas imágenes conectan un anzuelo a ese mundo, tendiendo los puentes necesarios para que así se pueda recorrer un universo completamente ilimitado e infinito; el de los sueños.
Para construir el escenario deseado, su director Christopher Nolan trabajó durante una década, alimentándose e inspirándose de un subgénero de películas tipo Matrix. Igualmente durante un lapso de ese periodo de tiempo, ya con la idea a bordo, Nolan decide rodar en sets de diferentes y lejanos países, consiguiendo narrar la historia de un hombre que se ve inmerso en las profundidades del inconsciente. Cobb (su protagonista) trabaja filtrándose, de forma ilegal, en la mente de personas previamente seleccionadas, objetivos a los que generalmente usará para extraerles alguna valiosa información.
El equipo de trabajo de Cobb consta de varios personajes claves: Arthur, Eames y Ariadne, la joven arquitecto de las operaciones. Cada uno de sus miembros cumple una determinada función para alcanzar el estado de ‘sueño compartido’, conseguir las metas de cada misión y morir en el momento justo de tiempo, no antes, para que la mente no quede atrapada en el limbo.
Pero como nueva misión, Cobb deberá asumir el reto de implantar una idea, algo que infortunadamente había conseguido en su esposa para salir del limbo, extraño e infinito lugar sin tiempo, en el que ambos habían caído perdidos, donde su única salida fue el morir y encontrar el escape perfecto para despertar de ese sueño, construido y compartido durante décadas, el cual yacía con toda un complejo estructurado en tiempo y espacios ‘percibidos’ pero no ‘reales’. Aquí Nolan vuelve a jugar con las sensaciones y a plasmarlas a su público; el tiempo vivido en el sueño puede llegar a ser días, semanas, meses, años, décadas, sin embargo, el tiempo que utiliza un sujeto en dormir puede equivaler a tan sólo una hora, quince minutos, o a cuestión de segundos, si se midiese en el mundo de lo consciente.
Es en definitiva lógico que el tiempo sea variable y no sea paralelo, pero el equipo de Cobb decidirá quebrantar toda barrera de los límites humanos, para ir cada vez más profundo de la mente y los sueños de Fisher (su nuevo objetivo), quien es hijo del dueño de la empresa para la que trabaja Cobb y sobre quien esperan implantar la idea de dividir la empresa en dos. Para esta meta, el equipo alcanzará cinco o seis niveles de un sueño dentro de otro.
Cobb conoce las consecuencias de implantar una idea, ya que luego de despertar del limbo, al mundo real, su esposa Lisa sigue pensando que aún sueña, por lo que decide suicidarse y así encontrarse con lo ‘verdadero’. Sin embargo, con Fisher resulta exitosa la misión, algo que fue alcanzado gracias a que también se mató a la sombra de Lisa, en la mente de Cobb. Posteriormente, cuando ya todo esté supuestamente terminado, aparecerán nuevas incógnitas sobre la realidad de Cobb, si realmente se encuentra despierto, cuando alcanza su objetivo final, el de volver a casa con sus hijos.
Las sombras de la mente, los fantasmas podrán estar ocultos en lugares inimaginados de cada subconsciente, que a veces se aferra y busca conservar recuerdos, pero que algunos, como Cobb, deberán hacer todo lo posible para exterminarlos y ser libres. Aunque en realidad, Cobb deberá volver a su origen, realmente encontrarse en lo real y comprender dónde se inicia ese Origen.

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