Lost (2004-2010) es una de las series más recomendadas y, al mismo tiempo, polémicas, sobre todo por su final. A pesar de haberse emitido hace 15 años, formó parte de mi realidad durante tres meses, tiempo en el que, más que digerirla, devoré sus seis temporadas y cada uno de sus maravillosos capítulos. Lost no es solo una serie; es una experiencia que conecta profundamente al público con sus personajes, explorando sus vidas previas al encuentro en la isla y, luego, abriendo diferentes líneas temporales. Estas historias abarcan pasados y futuros posibles, un concepto que hoy en día se relaciona con la física cuántica y el multiverso, que ha ganado tanta popularidad en la cultura moderna.
En Lost, la redención juega un papel clave. A pesar de los pasados turbios de varios de sus protagonistas, la isla les brinda una oportunidad para transformarse y convertirse en mejores personas. Además de sumergirse en la selva y enfrentar las constantes travesías y problemas de los sobrevivientes del vuelo Oceanic 815 (de Sídney a Los Ángeles)—Hurley, Kate, Jack, Charlie, Claire, Sawyer, Locke, Michael, Walt, Vincent, Sayid, Shannon, Boone, Rose, Bernard, Libby, Mr. Eko, Ana Lucía, Sun y Jin—los espectadores también son testigos de las vidas de los "otros" (los habitantes previos de la isla: Richard, Benjamin Linus, Juliet, Alex, Mikhail, Goodwin), así como de las historias de la Iniciativa Dharma de los años 70 (Dr. Shang, Horace), Charles Widmore, Eloise, Danielle Rousseau, Desmond Hume, Penelope, Jacob y el Hombre de Negro. También se presenta el equipo enviado por Widmore: Daniel, Miles, Charlotte, entre otros personajes como Christian Shephard, que se suman a los pasajeros del avión Ajira (vuelo L.A. con destino a Guam): Lapidus, Iliana, etc. A lo largo de la serie, los personajes se conectan de maneras profundas, desde la fraternidad hasta el romance, mientras el misterio de la isla sigue latiendo en el fondo.
La isla, envuelta en misterio, parece poseer poderes que desafían las leyes de la realidad: es capaz de mover el tiempo, y atravesarla, ya sea entrando o saliendo, es una hazaña casi imposible, un acto de extraordinaria complejidad. En sus confines, las mujeres que allí se embarazaron no pueden dar a luz, mientras que la isla ofrece curaciones milagrosas, como en el caso de Rose, quien vence el cáncer, o John Locke, que recupera la capacidad de caminar. Y, como si se tratara de un lugar fuera del tiempo, algunos personajes parecen gozar de una especie de "inmortalidad", o más bien, de un eterno no envejecimiento, como Richard y Jacob. Sumado a esto, hay una luz (representando el bien) que es el corazón de la isla, que debe protegerse; y la oscuridad (representando el mal) a través del hombre de humo, quien no debe dejar la isla, y que en lo posible, debe destruirse.
En cuanto a la última temporada, se puede deducir que, más
que una resolución convencional, presenta realidades que nunca fueron, en relación a las historias que transcurren tras el aterrizaje del Oceanic 815, explicando al final de la serie por qué ocurrió todo de esa manera. Más allá de
que el cierre no haya sido lo que muchos esperaban, vivir la experiencia como
televidente merece la pena. Lost toca las fibras más profundas de
nuestro ser, invitándonos a reflexionar sobre lo que realmente importa: la
conexión humana. Nos recuerda que, más allá de las sombras del pasado,
todos poseemos la capacidad de transformarnos, de renacer y, finalmente, de ser
mejores.