jueves, 3 de diciembre de 2009

Te regalo mis ojos (primera parte)

Lunes
Primera noche

Estaba cansada, no de buscar, sino de ver señales por todos lados; la perseguían como incansables fantasmas insomnes que le iban quitando su tranquilidad y su cordura. Los colores habían adquirido otros significantes, al igual que infinidades de objetos y sujetos; y su mente había pasado de la costumbre de interpretarlos por voluntad propia para hacerlo involuntariamente, en una cruel mecánica persecutoria.

Nadie podría imaginar las vueltas que le daba su propia cabeza, que con tantas horas de vigilia acumuladas, se iba convirtiendo en un impulso frenético que la llevaba a ese hacer sin parar, revolucionando su cuerpo de la manera que lo haría un drogadicto luego de un pase.

Era mucho más de medianoche y no lograba conciliar el sueño; intentaba tranquilizarse, respiraba profundo y repasaba imágenes agradables mientras apretaba con fuerza sus párpados, sin lograr el efecto deseado. Cuando miraba el reloj se daba cuenta de la larga noche que le esperaría ahí acostada en su profunda desesperación. Decide entonces vestirse y salir a tomar un poco de aire, buscar algo que hacer sobre la marcha.

Al dejar su casa se daba cuenta de que la calle estaba repleta de colores, de significados, que en su mayoría representaban para ella una conspiración en su contra… Caminaba sin ninguna dirección concreta, a la deriva del camino. Observaba sus pasos a la vez que se extrañaba de los fuertes escalofríos que le recorrían el cuerpo, a pesar de encontrarse en pleno verano. Su ‘enemigo’ se encontraba en todas partes, como una maléfica presencia omnisciente, que la aprisionaba y asfixiaba. Ya no habría escapatoria alguna. El color negro inundaba las vallas publicitarias, las bolsas de la basura, inclusive los autos que por casualidad le pasaban por el lado. Todo parecía indicar un mensaje oculto; el negro se había convertido en una amenaza, y el verde, esperanzador y salvador, no aparecía por ninguna parte, o si lo hacía no lograba afianzar su presencia. Su intranquilidad se incrementaba a la par que una sensación de pánico. Los latidos de su corazón incrementaban su ritmo a la vez que su respiración se aceleraba.

Deambular por la vía no parecía ser la mejor solución a su noche de insomnio. Sacó de su bolsillo unas monedas, pensaba que tal vez el azar sí podría decir por ella el rumbo a tomar. Pero cuáles podrían ser las dos opciones?. La cara de la moneda implicaría ingresar a un bar que estaba como a doce cuadras, la cruz sería regresar a casa y escuchar algo de música (algo que, hasta el momento, no la rayaba). La lanzó al aire; la cara de la moneda dio por terminada esa incertidumbre de trayecto noctámbulo. Recordaba muy bien por donde llegaría más rápido al bar, pero parece que había olvidado un principio fundamental al momento de elegir: se encaminaba a un bar gótico, por ende, el negro estaría inundándolo todo con su característica.

.....Continuará....

No hay comentarios:

Publicar un comentario